Primera parte:
Los jabalíes de la semana pasada bajaron doscientos metros más, hasta el punto donde la carretera corta el terreno. La valla tiene un boquete, y me los puedo imaginar entrando en el hueco de la medianoche donde la gente está mirando a otro lado.
Cuando yo los vi, trataban de salir y se habían olvidado de por dónde estaba el agujero. Se quedaron pegados a la valla desde dentro, sin saber cómo se pasaba.
Una furgoneta blanca con logos oficiales se les quedó mirando.
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