En Villalba —la Collado—
hay nuevos contenedores;
de orgánicos, de envases,
y se ven mucho mejores.
Pero unos se han quedado
en un quiero y no puedo,
pues hay en los amarillos
gomas en los agujeros.
Y las viejas que no alcanzan
a subir el hombro alto
por querer echar envases
se las ven en gran quebranto.
Sale del ayuntamiento
un clamor veloz cual galgo:
«No nos rompan esas gomas
que en verano son para algo.
Dejen, ya las quitaremos
aunque sea aparatoso
desarmar cada tornillo,
no nos sean tan ansiosos.»
Y por eso en lo que llaman
la capital de la sierra
en verano los container
de azafrán huelen a mierra.
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