El Joven Delincuente Salinger renació en el 2000. Pudo publicar sus cuentos al instante, en un blog. Aunque podía publicar todo lo que quisiera en un millar de revistas digitales, le cubrió un maremoto de mediocridad. Sus cajas de libros no salieron del almacén de los libreros, pues ya había productos de mercadotecnia más rentables en el escaparate.
En una crisis, pensó: «Me tomaré un descanso.»
Pero sus dedos siguieron prendidos, la avalancha de modas caía más violenta, y ya no era el heredero del Rey del Bacon.
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