domingo, 30 de junio de 2019

[Microrrelato] Esa voz

Esa voz. Esa exquisita voz. Fue oírla y enhebrarme. Procedió del suelo, un anochecer. La lluvia dijo «Hasta luego». Esa voz dijo «Hola». En ese espacio la oí.
—¿Hola? —respondí, agachándome.
—Hola. Hola —repetía.
Desde la cloaca, me saludaba. Esa voz. Esa exquisita voz.
Arrodillado, proseguía:
—¿Hay alguien?
—Hola —seguía ella, sin variar tono.
—¿Necesitas ayuda? —pregunté, con la oreja ya pegada.
—Hola —continuaba—. Hola.
Y la lluvia regresó. Yo en la tapa. Pegado, húmedo; una rana.
Otra voz, resfriada, se acercó:
—Hola. ¿Necesitas ayuda?
Empecé a llorar.

sábado, 29 de junio de 2019

[Microrrelato] A la atención del Servicio de Cigüeñas de París

Permitan que me dirija a ustedes en español porque no sé hablar francés. De hecho, no sé hablar, punto. Me acaban de salir los dientes.
Mi queja viene de un cambio que aconteció anoche en mi madre. Hasta ahora, el pecho de mi madre ha sido blando y cálido. Pero anoche vino a darme teta y sabía como mis juguetes. Salía leche, sí; pero la teta parecía de mentira. Temo que alguien haya cambiado a mi madre asignada por una señora de juguete.
Quedo atento a su respuesta.

Firmado: Repollito Más Lindo del Mundo Entero.

viernes, 28 de junio de 2019

Experiencias de un estreno teatral


El pasado 22 de junio, las buenas gentes del Teatro Deakí estrenamos Doce sin piedad, una adaptación propia de la obra de Reginald Rose Twelve angry men (Doce hombres sin piedad / Doce hombres en pugna). Una vez descansado, estas son mis impresiones.

Faltaba una hora para el estreno y yo estaba preocupado. No por mis compañeros, sino porque yo no estaba sintiendo ese fervor de todos los estrenos. Lo que hace que una interpretación se sienta siempre viva es ese nerviosismo. Habrá quien no lo sienta igual, pero considero que cuanto mayor es tu pánico escénico, mejor podrás llegar a actuar. Y me preocupaba no tener la vibra adecuada para mantener mi pulso interpretativo.

Empecé a ponerme nervioso el telón estaba a punto de abrirse y escuché a un cenutrio del público hacer un comentario de cenutrios. Hay gente que cree que humildad es pobreza. No, humildad es guardar silencio ante un evento que está floreciendo delante de ti.

Los primeros minutos fueron bien. Aún no tenía texto y me encanta expresar con el cuerpo. Pero cuando pasé mi primer par de líneas, me entró un nosequé que no sé cómo. Culpa mía, por ponerme café en el termo. Resultó que mi ánimo inicial ya era perfecto, y si hubiera bebido sólo agua quizá me habría centrado mejor. La energía actoral no es la misma antes de abrir el telón que después.

Las intervenciones pueden ser obvias —líneas de diálogo— o sutiles —puras miradas, posición de las manos—, pero estoy satisfecho porque en todo momento di todo lo que pude.
Del resto, lo único reseñable fue algo que me puso melancólico. Había leído que podía suceder, pero aún no lo había experimentado. La foto de cartel era de todo menos risueña. No obstante, y como ya avanzaba el comentario cenutrio de cuando se abrió el telón, a veces la gente sólo viene a reír. En las partes de humor se rieron. Pero en la más trágica también.

Sé que en la siguiente función lo haremos mejor, pero me siento en buena parte responsable de que el tono del estreno se torciese. Cuando adapté el primer borrador del guion, iba hasta arriba de café y me creía muy ingenioso. Ahora he pagado por mi jocosidad. Niños, no tomen drogas.

jueves, 27 de junio de 2019

Poema libre

Y, sin esperarlo, veo algo forzado a permanecer igual —mas por fuera siempre distinto—. Y el viento se siente con derecho a empujarme.

Después de mucho tiempo a cuatro patas, me vuelvo a poner de pie, y desde lo alto veo cómo las copas de los matojos estaban chamuscadas.
Es el mismo paisaje, pero ya no vivo aquí. Tampoco en el segundo aquí, ni en ningún sitio.

Si es cierto lo que cuentan de los fantasmas, mi vida de ultratumba no se distinguirá de esta vigilia. Este amago de vigilia donde lobos y delfines yacen juntos en la arena, al umbral de la marea, enlodados en un respeto muerto a lo único que aguantan todos.

He aprendido tanto en dos años o menos, que si vuelvo a toparme con viejos jueces, tengo miedo de romper sus cuellos de una mirada.
Ven, Ayuda de Cámara, te juro que no es capricho. Quédate tú al menos; ayúdame a levantar.

miércoles, 26 de junio de 2019

[Microrrelato] El abanico azul

Rojo y oro. La señorita de K. se había rasguñado el dedo al quitarse con furia su segundo anillo de compromiso. Como una mariposa, ahora su abanico aleteaba con un deje que cautivó a L. desde el palco opuesto de la ópera.

A la salida, el joven la esperaba con el tercer anillo. Ella lo rechazó con un último aleteo en sus narices.

martes, 25 de junio de 2019

[Microrrelato] El guardián entre las arenas movedizas

El Joven Delincuente Salinger renació en el 2000. Pudo publicar sus cuentos al instante, en un blog. Aunque podía publicar todo lo que quisiera en un millar de revistas digitales, le cubrió un maremoto de mediocridad. Sus cajas de libros no salieron del almacén de los libreros, pues ya había productos de mercadotecnia más rentables en el escaparate.

En una crisis, pensó: «Me tomaré un descanso.»

Pero sus dedos siguieron prendidos, la avalancha de modas caía más violenta, y ya no era el heredero del Rey del Bacon.

lunes, 24 de junio de 2019

[Microrrelatos] La visita de Bocanegra

Cuando pasó el transeúnte se encendieron las ventanas. Esa casa en ruinas parecía ansiosa de visitas. Ni bombillas quedaban. Sólo Bocanegra osó entrar. Según dijo, chimeneas se prendieron y manjares aparecieron ante él.
Ya no temíamos a la casa, sino a Bocanegra, que nos espantaba con piedras para comerse todo.

domingo, 23 de junio de 2019

[Microrrelatos] Rinoceronte 3D

Una nueva vida, agazapada en las sombras, pujaba por salir. La impresora 3D, del tamaño de una casa, retumbaba. Ahí estaba el primer rinoceronte impreso. Hermoso, orgulloso, rescatado de la extinción. Veloz como un todoterreno. Convenientemente vulnerable a los perdigonazos.

sábado, 22 de junio de 2019

[Microrrelato] Maya

Sobre la nariz del gato, una mariposa se posó.
En sueños, el gato fue una mariposa que se posaba en la nariz de un gato. Tanta calidez lo asustó, y despertó con un quejido. La mariposa ya no estaba.

viernes, 21 de junio de 2019

Cucharas que no escuchan en platos de tenedor

Hay quien habla de las condiciones de otros como si las opiniones fueran gratis. Dicen que lo respetan pero que no lo entienden, o que les gustaría saber la causa.


Respetar esas condiciones conlleva dar opiniones después de haberse informado. No en decir que los niños se van a confundir cuando son ellos los confundidos.
Si de verdad respetasen estos temas, aceptarían que no tienen nada nuevo que aportar y se abstendrían de intervenir.

El ego quiere meter la cuchara donde hay filete y se queja de que no saca nada.

jueves, 20 de junio de 2019

[Microrrelato] Bocadillos a discreción

Nunca supe de dónde los sacaba. Apartaba la vista, y ya tenía otro bocadillo. Con jamón, con mayonesa; completo.
Hasta que un día, me acompañó al campo. Me metí por un sendero de zorros y se enganchó el abrigo con una rama. Cayeron catorce bocatas. No era gordo, era precavido.

miércoles, 19 de junio de 2019

martes, 18 de junio de 2019

[Microrrelato] Lecho de muerte

—Familia, acercaos. Tenía miedo de aceptarlo, pero esta cama será mi lecho de muerte.
—¡Abuelo, no digas eso! Tu leche de muerte es la que te damos para desayunar.

lunes, 17 de junio de 2019

La zona ponzoñosa: un caballo y su pasajero interrumpen su camino

La zona ponzoñosa (The poison belt) es una novela corta —o cuento largo— de Arthur Conan Doyle protagonizada de nuevo por el profesor Challenger. En El mundo perdido, ya había llevado a una partida de exploradores a una oculta meseta del Amazonas donde los dinosaurios todavía estaban allí. En esta ocasión, el excéntrico y simiesco científico da la voz de aviso porque el planeta Tierra pasará por una franja cósmica que promete barrer con la humanidad.

Sin ánimo de destripar el final por capricho, quiero comentar un acierto de Conan Doyle que justifica hablar del final de la historia.

El profesor y sus colegas se las apañan para evitar los efectos de esta zona de éter tóxico, por lo que logran llegar al siguiente amanecer y se encuentran un mundo de cuerpos inertes desperdigados por doquier.

Uno de los primeros caídos fue un caballo —símbolo de muerte— que tiraba de un carro. Pero a las seis y cuarto de la tarde, la mayoría de los supuestos cadáveres despierta. Entre estos recién renacidos se encuentra el pasajero del carro. Es un reportero americano que dará el remate a la aventura. Resulta que la mañana anterior, nada más leer la carta de Challenger publicada en prensa, se había puesto en marcha para entrevistarlo en su casita de campo. El éter lo alcanza a unos metros de la puerta.
Pareciera que llegó trágicamente tarde, pero en realidad era el único modo de que llegase a tiempo para ser el primer periodista extranjero en visitar al profesor.

El ataque de catalepsia paraliza a un personaje que no tenía ninguna función. Pero al día siguiente puede finalizar su recorrido y así convertirse en la mano que portará la antorcha al otro lado del mar.
Lo que antes fue un caballo débil y cansado, después del trance es un joven con curiosidad que siempre estuvo ahí. Sólo necesitaba llegar en el momento preciso del cuento.

domingo, 16 de junio de 2019

Un movimiento audaz

Una colega del taller de teatro vino con su hija. Al salir charlamos todos un poco. La hija me recordaba a mí a su edad. Fue grato ver cómo su madre la amaba de forma incondicional. Cómo sentía que sus gracias tenían gracia.

Sucedió un momento auténtico.
La madre había traído una tableta de chocolate con almendras para su hija, pero después de darle su buen pedazo, ofreció también a las otras cuatro o cinco personas que estábamos presentes.
Yo quería chocolate, así que hice lo que insistiré en llamar Un Movimiento Audaz, porque si me lo hubiera propuesto desde los sesos y no desde el corazón, me hubiera dado vergüenza hacerlo.
Así pues, aunque era la madre quien me estaba ofreciendo el chocolate (y seguramente quien lo había pagado), le pregunté a la niña:
—¿Me dejas? —y como ella no se esperaba mi pregunta, repetí— ¿Me dejas?
La pequeña, legítima propietaria del chocolate, asintió, y así pude comer también.
Sorprendida y entre risas, la madre me dijo:
—Eres el único adulto que le pide permiso a una niña.

Por supuesto, hay que pedir permiso.

sábado, 15 de junio de 2019

Teatro Deakí: cada cual con su mochila

No se sube al escenario hasta haber soltado la mochila. Cada cual trae su propia carga, y sólo se disuelve hablándola o guardándola. Por eso la clase suele tardar un minuto más en comenzar; pero una vez subes, el tablado se convierte en un panal zumbante de abejas. Todas volando en su propia dirección; vibrando más y más; reconociendo los caminos del resto, y reinventando uno propio mejor.

Ya nos hemos hecho con el espacio. Nuestras articulaciones han crujido y han cantado todo lo que podían. Lo que podían, pues hay quien no puede desplegarse de aquella forma imaginada. Hay mayores, hay jóvenes; hay quien viene a ver, y comparte lo que ya ha visto. Cada cual inspira y espira a su ritmo, ya estemos brincando, contemplando, o esperando sobre una silla.

Hoy no toca montaje. El guion está ocioso y se entretiene arrugándose las esquinas. Hoy toca taller. Cada uno se monta a sí mismo, con apoyo de todos. A cada minuto que pasa, los focos pierden más su función, pues la función verdadera se gesta por dentro.

Que conste en acta para los cínicos: jugar es muy divertido.
Desde una misma premisa, multiplicamos las perspectivas. Podemos revivir en una sola sesión a todos los Sherlock Holmes que conocíamos, y además a Herlock Sholmes.
Tras haber subido a lo alto del torreón, hay que descender. Aquí se respeta la importancia del epílogo.
Para bajar de nuevo al gentío, nos servimos de unas esterillas. Puede que sean estrechas, pero son nuestras alfombras mágicas. Nos tumbamos en ellas. Las luces también deben bajar. Respiramos por todas esas partes de nuestro cuerpo que nunca dicen yo.
Es la coda; no queda nada que hacer.

En estos momentos no echas de menos otra voz que no sea la del silencio. Te está acompañando, mirando al cielo. Estaba ahí.
Cuesta un poco regresar.

Bajamos del escenario, ya sin prestar tanta atención. Nos acordamos más de lo que viene después. Hay quien mantiene el contacto con el silencio también el resto de la semana. Puedas o no, siempre te queda otra sesión de teatro para soltar un momento tu mochila. Para volver a sentir tus propios hombros.

viernes, 14 de junio de 2019

[Microrrelato] Yes Cat

Marta estaba deprimida y su gato le cantó por casualidad Owner of a lonely heart.
Sufrió un ataque de ansiedad.

jueves, 13 de junio de 2019

Cara rosa

Hace dos noches, según entraba a un bar, estaba saliendo con su familia una antigua compañera de secundaria. Estaba embarazada de unos pocos meses; igual que la última vez que la vi, hace años. Sólo he coincidido con esta chica en dos ocasiones a lo largo de quince años, y en las dos tenía esa misma barriguita, tan discreta como respetable.

miércoles, 12 de junio de 2019

Sintetizar texto para actores

Este año, aparte de colaborar como actor en el taller dirigido por mi amiga Saskia Sánchez de Agüero, participé en la adaptación de la obra. Era Doce hombres sin piedad (Reginald Rose, 1954), un texto largo y prolijo lleno de iteraciones.

Con la mejor de mis intenciones, probé a acortar buena parte de las líneas de diálogo sintetizando el contenido. Así habría menos palabras que memorizar y se agilizaría el ritmo. ¡Pobre iluso! En mis propias carnes sufrí mi decisión.

Cuando memorizamos textos, es más fácil hilarlo todo cuando cada línea lleva a la siguiente de forma fluida. Pero cuando está todo tan sintetizado que se salta de una premisa a la siguiente obviando lo obvio, es el reparto quien debe seguir el hilo en su imaginación.
¡Con tal de ahorrarles pasos a mis colegas, los puse a saltar a la pata coja!

Así pues, para que sirva de anotación para el futuro: más vale dejar a los actores de teatro una línea de sobra a que de tanto quitarles hebras se queden deshilachados.

martes, 11 de junio de 2019

[Microrrelato] Spider Rock Band


La araña tigre convocó audiciones para su banda de rock. Sólo vino otra araña.
—¿Qué tal tocas la batería? —le preguntó a la postulante.
—Fatal. Pero se me da muy bien el violín.
La araña tigre echó a la araña violinista de seis patadas.

lunes, 10 de junio de 2019

Teatro leído: MEDEA

Medea, de Frederick Sandys (1829–1904)

No es la primera vez que mi club de lectura recita a Eurípides. Hemos llegado a leer Medea en la plaza del Callao, con unas túnicas blancas hechas de pancartas viejas. Fue cuando pasó Jaime Blanch y me vio disfrazado de Jasón. Me hizo ilusión haberlo hecho sentir como en El Ministerio del Tiempo.

Esta vez ha sido la que menos efectismos hemos preparado y la más memorable hasta la fecha.
El Espacio Vecinal Montamarta —al este de Madrid—, quiso celebrar sus cinco años de cinefórum proyectando la película Medea (1988) de Lars von Trier. Y sabiendo que teníamos Medea en repertorio, nos ofrecieron abrir la sesión con una lectura dramatizada.

Perdona, Eurípides, pero creo que una de las razones por las que nos salió tan bien fue porque quitamos una frase. Al final del todo, en lo más virulento —tremendo SPOILER—, el corifeo explica a Jasón que sus hijos fueron asesinados por Medea. Lo que Jasón responde tiene mucho sentido como acotación integrada en la acción; pero sinceramente, para el lector moderno queda risible.

JASÓN
¿Dónde los mató? ¿Dentro o fuera de la casa?

A ver, Jasón, ¿qué importará si fue dentro o fuera? ¡No te hagas el detective, ya sabes que lo hizo la madre!
En todas las ocasiones en que hemos leído la obra, traté de interpretarlo del modo menos gracioso posible, pero igualmente aquella frase de dentro o fuera sacaba una sonrisa en nuestro propio equipo. Esta vez, la tachamos. Y la corriente de pathos se disparó sin cortapisas.

Otro factor del éxito de nuestro acto fue la predisposición del público. Cuando la audiencia viene atenta desde casa, nosotros podemos probar técnicas más sutiles porque la mayoría las va a captar.

Quizá los disfraces jugaron en nuestra contra las otras veces.
El teatro, en cualquiera de sus formas, no es como el hockey, donde le das a un coso con un palo; el teatro se parece más al curling, porque tienes que andar barriendo frenéticamente delante del coso para que parezca que se mueve solo.

Pero el factor más importante fue que era una experiencia compartida. En otras ocasiones, el público estaba delante, al final nos decía que les había gustado, pero faltaba la catársis.
Hoy escuché a una señora sollozar levemente. No sé qué pensó el resto de mis compañeras, pero en ese momento me propuse hacerla llorar ríos. Sin obcecarme, entré en la emoción precisa. Esto ya no sería una mera introducción a la película. Nuestra lectura iba a ser como esas porciones de pizza que sirven antes de las cenas de boda para que no salgas con hambre. La gente no habría venido por ello, pero sin duda volverían a casa satisfechos porque el resto de la noche tuvo sentido.

domingo, 9 de junio de 2019

[Microrrelato] Cerdito a Segovia

Un cerdito se cayó de un camión de camino a Segovia. Corrió tras él, dentro iban sus padres.
A los cien metros encontró a su madre, se había arrojado a propósito.

Ya de noche, su padre volvió desde Segovia. Se había esperado a llegar al hostal, quería ir al servicio.

sábado, 8 de junio de 2019

Monólogo interior de dos profesores

Que le acosan, dice. Normal, con esa cara de tonto.
Cuando decimos a principio de curso que si tienen algún problema confíen en nosotros, nos referimos a problemas de verdad. Los profesores no estamos para andar poniendo cojines a los culos delicados. Estamos para preparar a los proyectos de adulto para el mundo real, y en el mundo real nadie los va a defender.
Encima vienen con esa cara penosa, que dan ganas de cruzarles la cara. Que den las gracias porque el otro sólo los insulta. Yo los agarraría a solas y ahí iban a ver. Fuera del recinto del colegio, por supuesto. Que luego nos la cargamos los normales.

En mi clase todo va bien. Alberto y sus amigos son los que dan vida al grupo. ¿Qué digo al grupo? ¡A todo el curso! Y viene el niño mimado este y dice que Alberto lo acosa. Cómo me jode que mientan a espaldas de la gente. En todo caso, lo que hace es envararlo, que buena falta le hace. Si no sacase las notas que saca, a éste lo mandaba repetir curso. Aunque quien sabe; sus notas ya están empeorando desde el trimestre pasado.

***

¿Están acosando a Fran? Lo sabía. Algo estaba notando en cómo había cambiado de una semana para otra.

Cuando decimos al principio del curso que si tienen algún problema confíen en nosotros, también hablamos de esto.
Los profesores estamos para ayudar, pero me duele reconocer que, a veces, con todo lo que se nos exige a nosotros también, no podemos atender a todos los alumnos. Hay días en los que tienes que elegir entre escuchar al que nunca habla o seguir las directrices de arriba, sabiendo que cuando llegas tarde a clase, arriesgas más cosas que el respeto de unos pocos.

Pero ellos vienen. Confían en ti. Vienen con esa cara de pena, que dan ganas de entrar con ellos al lavabo para limpiarle las lágrimas. ¿Cómo podemos esperar que nos den las gracias cuando los otros compañeros siguen insultándolos? Yo les permitiría estudiar tranquilos. Expulsaría a los matones, todo un año si es preciso. Echaría a esos que se creen que esto sigue siendo el medievo. Ahí iban a ver.
Y a continuación sería mi turno para rezar, porque una vez esos acosadores pusieran un pie fuera del recinto del centro, yo me iba a cargar con todas las culpas.

En mi clase todo va bien, mientras mantenga todos mis sentidos alerta. Todos los días tengo que vigilar que Alberto y sus compinches no le succionen la vida al grupo, y al mismo tiempo mantener el hilo de mis explicaciones.

Ya no sé quién acosa más a los niños: los abusones o los que no me dejan trabajar como se debe. ¿Es tan fácil comprender que si no puedo demostrar integridad jamás podré transmitírsela a mis alumnos?

Y todo por las notas. Si Alberto no sacase las notas que saca, fácilmente repetiría curso. Ha demostrado con creces que es un peligro en potencia para la sociedad. No tiene el menor remordimiento a la hora de humillar a sus semejantes para medrar a su costa. Normal, con esos padres.

Si hoy expulso a Alberto, mañana caeré yo.
Así pues, viendo en peligro mi cabeza, y sabiendo que mi importancia en el instituto es mayor que la de mediador de este único conflicto, optaré por dos medidas alternativas de urgencia.
La primera, trasladar a Alberto al aula del fondo del pasillo. Lleva años actuando como el gallo del corral porque siempre se ha criado con los mismos. Veremos si gana algo de empatía con su nuevo compañero, José Juan.
La segunda, redondearle a Fran este cuatro con nueve al alza para que pase el trimestre. Y ayudarle a superar este bache.

En el fondo, soy un egoísta. En clase, Fran debería atender solamente a mis explicaciones.

viernes, 7 de junio de 2019

Tratado sobre la maldad

Así como el frío sólo existe como ausencia del calor, el mal es el frío de un corazón alejado de la luz. Si conociera el bien, jamás haría lo que llamamos el mal.

El mal —el no bien— se fundamenta en una justicia mórbida que ha perdido toda mesura. A ojos del cegado por tal neblina moral, sus actos podrán ser feos, pero siempre justificados.
En todas las historias —ya sean reales o de ficción—, el hombre justo está lleno de dudas, mientras el villano tiene una razón sustentando cada una de sus maldades.

Alejado de su propio camino, el hombre en la sombra no sabe que su camino existe; mucho menos reconoce el de los demás. Avanza agrediendo con tal de no decir la verdad: tiene miedo.

El miedo no es el mal, pero es lo que perpetúa su sustancia.
El miedo es lógico.
El miedo es razonable.
Es el mal lo que lo convierte en un problema real.

jueves, 6 de junio de 2019

Poema satírico: Contenedores amarillos

En Villalba —la Collado—
hay nuevos contenedores;
de orgánicos, de envases,
y se ven mucho mejores.

Pero unos se han quedado
en un quiero y no puedo,
pues hay en los amarillos
gomas en los agujeros.

Y las viejas que no alcanzan
a subir el hombro alto
por querer echar envases
se las ven en gran quebranto.

Sale del ayuntamiento
un clamor veloz cual galgo:
«No nos rompan esas gomas
que en verano son para algo.

Dejen, ya las quitaremos
aunque sea aparatoso
desarmar cada tornillo,
no nos sean tan ansiosos.»

Y por eso en lo que llaman
la capital de la sierra
en verano los container
de azafrán huelen a mierra.

Poema: Al otro lado del breve pinar

Al otro lado del breve pinar,
donde el bullicio comienza amagado,
vive, o vivía en el pasado
un corazón que celebrar.

Un corazón de gozo, de gran curiosidad,
que no gusta de eufemismos porque no sirven de ná.

Con un pie en este lar
y en otro lo demás,
este corazón promete
aun no véaslo palpitar.

Y se alza, puro fuego,
y se alza hasta luego
de que insectos y alimañas
mal se quieran arrimar.

Al contrario que otra gente,
esta alma no deslumbra por el vicio popular.
Al contrario, más bien luce
porque eso es lo que hacen los humanos de verdad.

Feria del Libro de Madrid 2019

Del par de años que llevo acudiendo a la Feria del Libro de Madrid, lo que más me llama la atención es su calidad de interactiva. Hay actividades de todo tipo y gangas que normalmente tendrías que pedir a establecimientos especializados de otras comunidades autónomas. Incluso en puestos como el de la República Dominicana te leen poemas en persona.

Sin embargo, diría que la función ulterior de este evento es atraer socios para organizaciones y fundaciones como ANAR.
Por mucha visión periférica que tengas, al final se te acercará alguien con una carpeta y querrá tus datos. Personas como estas pueden dar una imagen indeseable por culpa de la mala fama que les dan los más indiscretos.
El año pasado, en mi grupo estaban hablando tan felices y alguien puso una cuestión en el aire y vino Le Grand Chismose y la respondió capciosamente. Se llevó la cuestión a su terreno pensando que así nos convencería mejor. No sé cuál sería su vocación, pero Le Grand Chismose no servía para dar buena imagen a su causa.

Este año nadie se nos trató de arrimar con bajas estrategias, pero los viejos hábitos son difíciles de soltar.
Me había desgajado de mi grupo para poder visitar las casetas de las editoriales Satori y Valdemar. Había descuidado mi visión periférica porque mi prioridad era buscar la sombra. Por eso no vi al joven que me llamaba desde la esquina opuesta del toldo. Para empezar, hasta que no me habló ni siquiera lo reconocí como un pescador de donantes. ¿Dónde tenía la carpeta? Sólo llevaba a la vista la identificación oficial.

No me dio una sola oportunidad para retirarme con respeto. Pareció muy interesado en saber de mí y de mis importantes causas sociales; y como nadie me suele preguntar de eso fuera de internet, le di el sermón dentro de lo que cabe. Pero por supuesto, llegó el momento de pedirme los datos —¿dónde tenía la carpeta?— y directamente le pregunté cuál era la forma más respetuosa y asertiva de decir que no.

Creo que quedamos en buena onda. Tampoco quería hacerle perder el tiempo, es sólo que algunas personas buscan convocar a seres humanos y cometen el error de tratarlos como robots. Recurren a instrucciones indirectas, como:
—Si se le cayesen cuarenta céntimos al suelo y los perdiera, ¿le cambiaría la vida?
Triste, porque no me quedaba más opción que decir que sí. Feliz, porque no soy un robot.

miércoles, 5 de junio de 2019

Sueño: Rata gigante en el umbral

Alguien —una gran amistad— había reformado como vivienda el ala izquierda de la antigua escuela de San Martín de Valdeiglesias (el ala derecha es la biblioteca). Era noche estival, y ese alguien me invitaba a entrar. Penetraba en el recinto y subía las escaleras de piedra. Pero delante del umbral de la puerta principal se había quedado muerta una rata del tamaño de un perro San Bernardo. Su cuerpo no olía, pero mostraba un aspecto repulsivo: estaba poblado de moscas y le faltaba el maxilar inferior de la mandíbula.

En más de una ocasión —a lo largo de una noche en la que se supone que tenía que suceder un antes y un después—, regresé al umbral. La rata seguía igual de muerta, bloqueando el acceso. La cola a la izquierda, la boca eternamente abierta a la derecha.

Hasta que la voz de mi anfitrión, al otro lado, dijo que no estaba muerta porque se había movido antes, cuando yo no estaba. No me lo creía porque el animal no podía seguir vivo en esas condiciones. Pero al minuto de esperar quieto, la rata abrió los ojos, se desperezó como quien se levanta de la siesta y se apartó del umbral.

Sueño: rueda de la trifurcación

Participaba en un juego en un caserón antiguo. Era parecido al programa televisivo de El Juego de la Oca, pero sustituyendo las casillas por habitaciones. Las estancias eran un verdadero laberinto, pero si te sabías orientar podías saber siempre qué puerta te convenía cruzar.

Tras diversas pruebas en habitaciones con vigas de madera vista, llegaba el primero a una sala de paredes de hormigón, en lo más alto. Allí tenías que decidir la puerta por la que acceder al último tramo, pues sólo una de ellas conducía a la salida. Siempre había habido dos puertas, una de ellas con más pruebas para rezagarte si te equivocabas. Yo recordaba la verdadera salida, pero descubría una tercera puerta que nunca antes había distinguido. La abría.

Dentro había un mecanismo arcaico elaborado con un metal oscurecido por el tiempo. Era como un conjunto de engranajes muy complicados. Por lo que indicaba un cartel tirado en el suelo y del tamaño de un menú de restaurante —e igual de plastificado—, esa rueda servía para ver por dónde iban los jugadores que aún estaban de camino, y atrasarlos a estancias pasadas igual que uno atrasa un reloj.

Hablar o no hablar

—¿Tienen café con leche?
—Tenemos café.
—¿Y café con leche?
—También.

Algunos camareros hablan por hablar para aparentar un trato cercano. Yo prefiero al conserje nuevo que te saluda y gracias. No preguntarte por qué entras tan temprano es lo que prueba a un hombre de buena fe.

31 lecciones de mayo (o cómo volver a escribir)

1. También te puedes poner triste por haberte puesto triste.

2. Lo triste es ponerse triste por pensar que no debías estar triste.

3. No haces un favor al ofrecer un favor a quien das por hecho que lo debe aceptar.

4. Lo malo de contar cosas es que algunos sólo te quieren cuando cuentas cosas.

5. Los bocadillos son buenos, pero si te hundes en arenas movedizas no nutren igual.

6. Menos tango y más marineras.

7. Cambiaron las reglas sin avisar.

8. Nunca existió, era un personaje que le proyectaste encima.

9. Si no es una historia entretenida, en tu biografía te saltarás a tu verdadero primer amor.

10. Algunas amistades tampoco existieron.

11. La gente no debería saber cómo se apaga el aire acondicionado.

12. La gente no tiene por qué saber qué es la era Reiwa, pero si no lo sabe se lo explicaré.

13. La gente no saturará de spam un grupo de mensajería instantánea hasta que le recuerdes su existencia escribiendo algo importante.

14. La gente repetirá opiniones de cosas que ya conocen y los mensajes de información nueva se hundirán entre mensajes de cieguitos que cantan bien.

15. Molière es divertido hasta en los ensayos.

16. Hasta el ensayo general, se puede barrer con una garrota.

17. Las tapas de alcantarilla no son armas ridículas mientras no aparezcan en más de dos escenas por episodio.

18. Si te fijas, Sospecha de Alfred Hitchcock termina muy mal.

19. Si quieres ir con tu familia de senderismo por la tarde, hártate a correr por la mañana.

20. Los folletos de fiestas patronales sirven para saber por dónde no pasar.

21. Los asadores no están obligados a saber cómo se hace el café.

22. Los gerentes de personal tienen mucho poder; pueden lograr que un grupo de teatro tenga que sustituir al Jurado nº 10.

23. No importa si no escribes desde el primer día, parte de la magia de la literatura es que no sabes dónde te llevará.

24. Dicho esto, mejor será que se te ocurra una buena justificación.

25. Eventualmente, tus amigos entrarán a la política o se imaginarán que ya lo han hecho.

26. Saludar en el colegio electoral a un amigo con identificación oficial de cualquier partido es incómodo aunque simpatices con dicho partido.

27. Los tarros de vidrio de paté de hígado de cerdo no son lo más sano, pero lo demás está envasado con plástico.

28. Lo que más le importa a Jasón es si Medea mató a los niños dentro o fuera.

29. Está bien que un profesor te ponga un 10, pero mucho mejor es que un niño te ponga un 108.

30. A veces parece que hubieran vuelto normas antiguas.

31. Sólo es una prueba de mantenimiento.