Nunca supe de dónde los sacaba. Apartaba la vista, y ya tenía otro bocadillo. Con jamón, con mayonesa; completo.
Hasta que un día, me acompañó al campo. Me metí por un sendero de zorros y se enganchó el abrigo con una rama. Cayeron catorce bocatas. No era gordo, era precavido.
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