Últimamente paso por delante de una salida de camiones de la construcción. Suelen embadurnar la carretera con arena del solar, y hasta varias horas después de que se hayan ido, sigue levantándose polvo.
De esto se nutrió mi cerebro para elaborar este sueño.
A lo lejos, los montes de siempre, pero con un valle muchísimo más profundo entre ellos y yo.
Un avión vuela bajo. Su piloto, en lugar de descender al aeropuerto en el último momento, prefiere ir bajando gradual para dejar el ángulo fijado y olvidarse del tema. Incidentalmente, sobre una de las cabezas más llanas del conjunto de cerros, hay un tipo muy antipático que siempre anda incordiando a todos.
En un principio, el avión volaba tan bajo porque sí. Pero en cuanto el piloto ve a este tipo tan desagradable, decide pegar un derrape con el lomo del avión y aplastarlo, arañando casi medio kilómetro de monte público para asegurarse.
A continuación, el avión siguió en picado por el profundo valle y retomó altura en un giro brusco, pasando cerca de los tejados de decenas de bloques de viviendas.
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