viernes, 30 de agosto de 2019

Murciélagos en el umbral de la madrugada


Al final de la avenida hay un círculo de cien metros donde cabe todo. Una rotonda, precedida por una carretera, flanqueada por un parque arbolado y una finca ganadera.
A esa hora de la noche que aún no llamo madrugada, viven los murciélagos.

A diferencia de las bandadas de murciélagos de las películas, los murciélagos de esta avenida no eclipsan el cielo. Viven en este círculo como un banco de peces de las profundidades, sin agua que los sostenga. Como pájaros que ya se tuvieran todo dicho, improvisando una danza sigilosa, sólo apta para quien ose entrar a escena. Tú también tienes que integrarte con la danza, caminando a través con confianza en ellos pero sin pedir que adivinen tus movimientos. No hay que confundir la fe con la exigencia.

Los murciélagos no se te acercan por faltarte al respeto, como algunos primates al volante de un coche. Los murciélagos se te acercan tanto porque confían en los demás tanto como en ellos mismos.

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